
El estudio ha recopilado datos
desde hace 15 años en la región de las Dolonitas, en los Alpes italianos. Los
canes adiestrados conseguían localizar a los infectados a kilómetros de
distancia y a través de las montañas.
Según los investigadores, el olor
de la sarna es muy característico debido a las bacterias que infectan
fácilmente las heridas en la piel. Por eso apostaron por educar las capacidades
olfativas de los perros para que detectaran a los animales enfermos en la
naturaleza.
Durante los años de estudio los
perros detectaron un total de 292 animales muertos afectados por la sarna y 63
enfermos. No hubo falsos positivos y ninguno de los perros fue contagiado a
pesar de la cercanía con los parásitos.
El estudio ha sido desarrollado
en colaboración con la Universidad de Torino, en Italia, y la corporación
estatal keniata Kenya Wildlife Service.